Alberto López Morales
Pobreza, conflictos e inundaciones afectan la vida de los pobladores ikoots |
JUCHITÁN, Oax.- ¿Víctima
de qué es Gabriela González José, una mujer ikoots de Santa María del Mar? Tal vez del conflicto agrario con sus vecinos
de San Mateo del Mar, que les niegan el paso terrestre desde hace cuatro años, de
la pobreza o de las inundaciones. Ella dice que de todo.
“Creo que de todo”,
exclama, mientras en la cabina de la pequeña camioneta del transporte
comunitario protege con ternura a su tercera hija, de nombre Mariel, que
apenas
tiene 16 horas de haber nacido en el hospital general de Juchitán.
¿Víctima de la
pobreza? Santa María del Mar es una agencia de esta ciudad zapoteca que vive
aislada entre la Laguna Superior y el Océano Pacífico, con hombres que capturan
jaibas, camarones y escamas que venden al precio que impone el comprador.
La camioneta
donde viaja Gabriela y su pequeña hija está parada en la curva de la carretera
que está después del puente que comunica a Chicapa de Castro, agencia de
Juchitán, con San Dionisio del Mar. La camioneta parece lata de sardina porque
lleva a mucha gente atrás.
Puente dañado. No hay paso vehicular |
¿Víctima de las
inundaciones que en Oaxaca dejaron Ingrid y Manuel después del 13 de
septiembre? Desde la noche del 14 de septiembre el puente que comunica a
Chicapa con San
Dionisio del Mar fue inhabilitado para el paso vehicular.
Con su hija
recién nacida, a las 22 horas del lunes, la señora Gabriela González José,
caminó sobre el puente de 62 metros de largo y después abordó la camioneta que
la llevaría a San Dionisio del Mar y de ahí, subirse a la lancha que con
oleajes elevados la dejaría en Santa María del Mar.
¿Víctima del
conflicto agrario con sus vecinos de San Mateo del Mar que les cerró el único
paso terrestre desde hace cuatro años? Por la disputa de mil hectáreas, desde el
2009 los ikoots de Santa María del Mar tienen como única salida la Laguna
Superior.
-Cómo salió usted
de Santa María -, se le preguntó.
-Tenía dolores.
Fuimos a la clínica. Era el lunes por la noche. No estaba el doctor, ni la
enfermera. Mi esposo rentó una lancha, costó 400 pesos, llegamos a San Dionisio,
en medio de golpes por el viento y de ahí a Juchitán, pagamos 200 pesos. Me
internaron a las dos de la tarde y las
10 de la noche nació mi hija Mariel.
Gabriela González
José abraza en la cabina el conjunto de cobijas. Es su hija Mariel, la tercera.
Su esposo va en la parte de atrás de la camioneta donde todos los pobladores de
Santa María del Mar van apretujados como sardinas y llegan dos pasajeros más.
Ni modos, hay que subirlos, son del pueblo.
¿Víctima social? No
sé, dijo la señora. No entiendo, dijo mientras baja la vista hacia sus brazos,
donde sostiene a su hija envuelta en la cobija de colores azules y rosa. Lo
importante es que no cumple un día y ya va pasear en lancha, señala con una
tímida sonrisa que le da seguridad.
Mariel, la
tercera hija de la señora Gabriela va a viajar en lancha, antes de las siete de
la noche a su hogar, en medio de los vientos que corren arriba de los 40
kilómetros por hora. “Va su primer viaje por mar”, insiste su madre.
A caminar! |
En la ruta de
interrogantes, alguien respondió que el nacimiento de Mariel fue un “parto
normal”. Por esa razón solo se quedó en el hospital menos de 16 horas. Pero,
además, no quisieron tenerla más tiempo ahí, en Juchitán, “porque el hospital
está lleno de enfermos de dengue y el hospital de 60 camas tiene más de 100
pacientes”.
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