JUCHITÁN INFORMA
Alberto López Morales
Después del martes negro que vivió Oaxaca durante la visita del presidente Felipe Calderón, la mayoría de los actores políticos se rasgaron las vestiduras y otros ofrecieron el diálogo que negaron antes, pero todos fueron incapaces de predecir la reedición de la violencia que sacudió a Oaxaca en el año 2006.
En la mayoría de las respuestas políticas a la violencia que se vivió en Oaxaca el martes negro, se percibió desde el oportunismo hasta la demagogia, mientras los maestros de la sección 22, golpeados y humillados se reorganizaron para estrangular durante el miércoles, la circulación vehicular en más de 37 puntos de la entidad.
La primera postura del gobernador aliancista Gabino Cué Monteagudo debió calar hondo entre sus aliados puesto que calificó la represión policiaca como “un desafortunado incidente”.
Conforme pasaron las horas las lecturas equivocadas de la violencia que abrió las heridas sociales del 2006 se abrieron paso en el discurso oficial, y con excepción de los dirigentes magisteriales, nadie enfrentó la realidad y tampoco nadie quiso corregirle la plana al gobierno aliancista.
“Fue la infiltración de grupos radicales” los que provocaron la violencia, dijo por la mañana el gobernador aliancista y a media tarde le echó la culpa al dinosaurio priísta que “patalea (porque) no se hacen a la alternancia” y porque su gobierno está “afectando intereses y canonjías que poco a poco se han ido quitando”.
Mala lectura porque si de algo se habían quejado días antes líderes de la izquierda oaxaqueña, como el fundador de la Unión de Comunidades Indígenas de la Zona Norte de Oaxaca (Ucizoni), Carlos Beas Torres, fue precisamente que “la transición que reclama a gritos el pueblo de Oaxaca no camina” porque “el gobierno de Gabino Cué ha actuado de manera débil y contradictoria (y) esta actuación está relacionada con que algunos de los funcionarios de su gobierno que están encargados para atender esta conflictividad son priístas e incluso algunos de ellos fueron operadores del mismo (ex gobernador) Ulises Ruiz”.
La lectura equivocada de los hechos de violencia registrados el martes negro también alcanzó a la dirección estatal del Partido de la revolución Democrática (PRD), que entre sus militantes naufraga entre las migajas que le cedió el nuevo gobierno y los compromisos adquiridos durante el régimen priísta.
En un comunicado difundido ayer miércoles, los dirigentes perredistas que se escudaron con el sobrenombre del “Secretariado estatal del PRD”, fijaron su postura y concluyeron que la represión en contra de los maestros y del pueblo de Oaxaca se dio “porque desde las altas esferas del gobierno federal y de una ala del priísmo estatal se montó una provocación para dañar la vocación de cambio, paz y progreso de Oaxaca”.
Para vergüenza de los perredistas de Oaxaca, sus líderes estatales están convencidos que la represión policiaca del martes negro fue un montaje provocado. ¿No fue ese el lenguaje del autoritario ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, para justificar la represión del movimiento estudiantil de 1968?
La lectura errónea y postura oportunista también contagió a la dirección nacional del PRD con don Jesús Ortega, quien sabihondo dijo que no es descartable que “infiltrados del PRI estuvieran detrás de los hechos de violencia”.
En la lógica de esa lectura, desde donde esté el ex gobernador Ulises Ruiz Ortiz podrá reírse a carcajadas y recriminarle a sus detractores que las protestas que enfrentó fueron producto “de un montaje del gobierno panista federal y de una ala del priísmo estatal”.
No hay duda, el martes negro que vivió Oaxaca fue todo, menos las lecturas equivocadas desde el poder y sus aliados y una prueba es que los maestros de la sección 22 tienen claro que solo regresarán al diálogo si el gobernador Gabino Cué destituye a Irma Piñeyro, de la secretaría general de gobierno, a Bernardo Vásquez, del IEEPO y a Marco Tulio López Escamilla, de la Secretaría de Seguridad Pública.
DE REFILÓN: Nadie descarta que en la autodefensa contra la violencia policiaca estuviesen ahí “los otros infiltrados”. La verdad es que siempre han estado en tareas de orientación política.
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