ALBERTO LÓPEZ MORALES
Juchitán, Oax.- Beto, el caporal, observa entristecido el panorama desolador. Los tres potreros se quedaron sin pastizales. “Las vacas están enflacando rápidamente. No hay pasto ni lluvia. En menos de una semana los animales ya no tendrán comida”, dice casi resignado.
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Detrás de las cercas protegidas con alambres de
púas, las vacas flacas pelean pedazos de pasto seco. Se mueven con dificultad
por la falta de nutrientes y buscan saciar el apetito. Son las once de la
mañana. Sopla el viento, pero el calor se impone. El mullido del bovino es de
hambre.
“Es un panorama difícil”, explica el ganadero
Valentín Toledo quien confirma que por la sequía han muerto vacas y becerros en
toda la región del Istmo, sobre todo en los municipios que no están dentro del
Distrito de Riego 019 que irriga desde la presa de Jalapa del Marqués.
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Es el 22 de marzo, el Día Mundial del Agua, el
vital líquido que falta en la región del Istmo de Tehuantepec donde el mapa conocido
como Monitor de Sequía en México, publicado el pasado nueve de marzo, tiene a
28 municipios del sur de Oaxaca entre los primeros con sequía extrema.
“Mire, nuestros pastos están secos. Así está el
Istmo, como pasto seco. Solo falta que venga alguien y le prenda lumbre. Ya no
vamos aguantar esta situación tan difícil que afectará la producción de carne,
de leche, de queso y de tortillas “, señala el ganadero Valentín Toledo.
A unos 10 metros de los potreros donde las
vacas pelean pedacerías de pasto y espinas secas, Beto el caporal intenta
extraer más agua del pozo para bombear.
“La bomba que funciona con gasolina tiene capacidad, pero el pozo no
tiene mucha agua”, aclara.
El pozo que Beto el caporal cuida con mucho
celo tiene el agua a unos cinco metros de profundidad. No da para regar las dos
hectáreas donde vacas y becerros disputan los secos pastizales. No hay ni para
que tomen agua porque el arroyo Igú, se secó por falta de lluvias.
Al lado del potrero que cuida Beto, están los
que vigilan Iván y Saúl, dos caporales que vigilan permanentemente la operación
de un pozo de 16 metros de profundidad del que extraen agua a 16 metros de
profundidad para regar unos surcos de sorgo que alimentará a las vacas.
“Abrí dos pozos con una inversión de 16 mil
pesos por cada uno. No tengo opciones. Me gusta el campo. No puedo esperar que
llegue la ayuda del gobierno. Compré dos aspersores para regar y más de 600
metros de mangueras”, argumenta el ganadero Valentín Toledo.
Entre matorrales secos donde las vacas buscan
algo que mitigue su sed y hambre, cruzando alambradas de palos y púas, están
las mangueras que salen del pozo de anillos de concreto. El pozo que cuida Beto
no tiene agua suficiente para regar dos hectáreas donde las vacas pelean.
El pasado 10 de marzo, el gobernador de Oaxaca
Alejandro Murat Hinojosa solicitó desde la reseca presa “Benito Juárez” de la
comunidad de Jalapa del Marqués, que el gobierno federal declare la emergencia
por desastre natural frente a la sequía extrema que golpea al Istmo.
“Claro que nos interesa cualquier apoyo
económico del gobierno, pero sería mejor hacer políticas para enfrentar los
meses sequía de este año y los próximos dos años que de acuerdo con la Conagua
no habrá lluvias en el Istmo por el fenómeno de El Niño.
Beto, el cuidador del rancho no oculta su
preocupación. “Queda poco pasto. Hay que llevar a las vacas a otra zona de
pastizales. Eso cuesta dinero y mucho riesgo. ¿Qué voy hacer? Esperar que no se
mueran mis vacas, señaló.
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