Alberto López Morales
JUCHITÁN, Oax.- Francisco Toledo flota por las calles de Juchitán. Su delgada figura envuelta en su vestimenta blanca y el cabello alborotado asemeja un ángel etéreo con huaraches que apenas sí pisan el suelo. Observa, casi no habla. Sus manos parecen aletargadas en espera de la creación y de la recreación.
Es el vago recuerdo de algunos testigos que alguna vez, hace muchos años, vieron a Toledo en esta tierra zapoteca que guarda sus raíces y que en la noche del jueves lo arropó como “Hijo predilecto”. Chico Toledo, el pintor, el grabador, el mecenas de los líderes coceístas, el impulsor de la cultura, el solidario, no llegó por razones de salud, pero estuvo presente en la memoria de los juchitecos.
¿Quién lo diría? El reconocimiento que dejaron pendientes los gobiernos coceístas que años antes fueron favorecidos con obras, publicaciones, vínculos y dinero del pintor juchiteco, llegó de la mano del gobierno priísta que encabeza Daniel Gurrión Matías y bajo la complicidad del regidor de Cultura, Soid Pastrana, a quien Toledo recordó, según confió el alcalde, como “un niño que corría desnudo por las polvorientas calles de Juchitán”.
En 1982, con el respaldo de Francisco Toledo, frente a la plaza juchiteca atiborrada del gentío y de la indignación, decenas de intelectuales y académicos, como Fernando Benítez y Carlos Monsiváis, avalaban la conducción ética del llamado primer ayuntamiento popular que acababa de ser desconocido por el Congreso de Oaxaca. Ahora, 29 años después y en la misma plaza, los juchitecos terminaron por rendirse ante la emblemática figura del hombre que encontró en una vasta visión zoológica el medio para expresarse a través de la pintura.
Francisco Toledo mandó un mensaje de agradecimiento que leyó el alcalde Daniel Gurrión. Su designación como Hijo predilecto de Juchitán, “es un reconocimiento a todos los juchitecos que hemos trabajado y dedicado nuestros esfuerzos a favor de la comunidad, de nuestra cultura y nuestras raíces de los cuales me siento orgullo”, escribió el pintor universal, ausente en su cita con la historia contemporánea de esta tierra zapoteca.
En realidad Francisco López Toledo ha estado presente y ausente de Juchitán, donde aun tiene familiares que se dedican a las labores del campo. Una media hermana de su padre, conocida como Na Lupe Pan, falleció hace como una década y el afamado pintor no pudo asistir al sepelio. La ausencia, que comenzó allá por 1981, cuando fue atacado en compañía del escritor Víctor de la Cruz y el fotógrafo Rafael Doniz, en La Ventosa, se ha prolongado.
En la tarde/noche del jueves el cabildo juchiteco en sesión solemne removió la memoria de quienes atestiguaron el paso de Chico Toledo por las calles juchitecas y el pretexto tuvo su esencia en el ámbito cultural: la inauguración de la Feria del Libro “Juchitán 2011”. El pintor agradeció el gesto al ayuntamiento juchiteco y a la Casa de la Cultura. Lo hizo con un escrito escueto que dejó más silencios significativos que palabras innecesarias.
Ante los juchitecos que se deleitaron con el homenaje, disfrutaron la música del ahora dueto Xhavizende y se regocijaron con los juegos artificiales que estallaron sus bramidos en el cielo con luces que opacaron las estrellas de la noche, el escritor Leonardo da Jandra recreó la obra de Toledo al señalar que la proliferación de grillos, conejos, sapos y murciélagos en la obra de Toledo no puede ser azarosa porque se ha entregado al culto de la fecundidad.
Toledo, el hombre “venerado por el pueblo y admirado por los encumbrados”, como diría en su magistral conferencia el escritor Da Jandra, es “Hijo predilecto de Juchitán” y tras esa designación siguió la apertura de la feria del libro, la inauguración de Guenda Xoo la obra monumental del escultor juchiteco, Víctor Chaca y al final, en una cena solidaria y de identidad vino el alegre recuento del primer día de las actividades culturales de Juchitán.
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