Alberto López Morales
LACHIVIZÁ, SANTA
MARÍA GUIENAGATI, Oax.- Con las veladoras entre las manos, miraron hacia los
cuatro puntos cardinales, dieron gracias al “Padre Dios por su acompañamiento”
desde 1983, y oraron para que les de fortaleza en todos los proyectos
emprendidos por la Unión de Comunidades Indígenas de la Región del Istmo
(UCIRI), la organización cafetalera más antigua de Oaxaca.
En la misa de
Acción de Gracia por los 30 años de UCIRI, los representantes de unos 2,600
campesinos productores de café orgánico, procedentes de unas 53 localidades
mixes, zapotecas, chontales y chatinas, también compartieron sus pesadumbres por
el desplome en la producción del aromático en la entidad oaxaqueña.
“Hace 15 años
Oaxaca producía 900 mil quintales (un quintal equivale a 100 kilos), ahora
estamos cerrando el año con 300 mil quintales”, confió el representante no
gubernamental del Sistema Producto Café de Oaxaca, Isaías Martínez Morales. “Ha
caído la cafeticultura”, asentó.
-¿Por qué se ha
desplomado la producción de café en Oaxaca?
-No solo en
Oaxaca, también en todas las entidades cafetaleras del país. Ha caído porque
tras el desplome del precio internacional del café (a partir del año 2000), la
ayuda gubernamental ha sido demasiado poco y eso ha provocado que la gente
abandone sus cafetales -, explicó.
Oliverio
Hernández Parra, dueño de ocho mil matas del aromático, sembradas en nueve
hectáreas en las montañas zapotecas de Santo Domingo Petapa, agrega otra causa:
Ya no llueve como antes. Dicen que es por el cambio climático, señaló mientras
se frotaba las encallecidas manos como signo de preocupación.
Antes, recordó,
“arrancábamos una mata de café y la sembrábamos en el cerro y en menos de dos
años ya producía. Ahora no. Ahora aunque le metamos agua de pozo no se da y si
se salva, pues tarda entre tres y cuatro años para que produzca”.
Aquí, en el corazón
montañoso de UCIRI, donde hace 30 años hombres y mujeres enfrentaron
organizados el coyotaje, las carteras vencidas y el abandono gubernamental,
todos tienen una historia para contar por qué se desploma la producción del
aromático.
“La mano de obra
para limpiar los cafetales, renovarlos, cortar el café, ya no está. Los jóvenes
abandonaron los cafetales y se fueron para el norte, a Estados Unidos, eso
empezó después que cayó el precio del café”, argumentó el presidente saliente
de UCIRI, Raymundo Guzmán.
Es la fiesta de
los 30 años de UCIRI. Está el trigésimo festival campesino de chontales,
chatinos, mixes y zapotecos quienes sobreviven con la siembra del café, los
frijoles y el maíz. Hay venta de libros, playeras, café orgánico. Hay música y
cohetes. Pero en el ambiente se impone la incertidumbre.
“La cafeticultura
está pasando por un momento muy difícil”, remachó Isaías Martínez Morales,
quien advirtió que la situación podría ser peor porque “la enfermedad conocida
como la roya tiene una presencia alarmante entre los cafetales de Oaxaca”.
La roya va a
exigir que los campesinos cuenten con recursos adicionales para limpiar los
cafetales y darle nutrientes a la tierra. ¿Dará el gobierno un subsidio? preguntó
Oliverio Hernández Parra.
Bajo ese ambiente
de preocupación, el sacerdote asesor de UCIRI, Francisco Vanderhoff Boersma,
conocido como Frank Vander, rememoró lo que sus ojos han visto en 30 años de la
existencia de la primera organización de cafetaleros que tuvo Oaxaca:
Los pueblos
pasaron de un estado de angustiante miseria, a un proceso de “pobreza aguantable”.
De la desesperación, ahora hay esperanza. Mejoraron sus casas, con presiones
lograron que mejoraran los caminos y ahora venden el café bajo el esquema de
comercio justo.
Falta mucho, admitió
Vanderhoff Boersma, quien anunció que en este nuevo trienio de gestión que
comenzó el domingo 27, la UCIRI tiene como metas enfocar la atención hacia los
jóvenes, renovar los cafetales y producir alimentos alternativos como el tomate,
maracuyá, hortalizas y peces, sin abandonar los cafetales, para mejorar la vida
de los indígenas, no como el “blasfémico” programa de combate a la pobreza del
gobierno.
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