viernes, 20 de mayo de 2011

AMLO y el Istmo: La vuelta al pasado

JUCHITÁN INFORMA
Alberto López Morales

     El ex candidato presidencial de México, Andrés Manuel López Obrador mostró ayer en la ciudad de Juchitán, durante un encuentro con  seguidores del Movimiento Nacional de Regeneración (Morena), que es un político de ideas arcaicas y que no tiene nada de demócrata, y que por el contrario es un simulador de la transformación.

     ¿Por qué? Desde Juchitán, para ganar tal vez una mayor aceptación entre los istmeños, propuso un programa que llamó, de desarrollo integral del Istmo, que es el mismo que en su gobierno, Diódoro Carrasco Altamirano trató de impulsar y que fue rechazado por todas las fuerzas sociales y de izquierda de Oaxaca, entre ellas la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI).

     El plan de AMLO para promover el desarrollo del Istmo, en caso de que sea el abanderado presidencial de la izquierda y que gane la presidencia de México, está superado por la realidad. En 1996, el entonces gobernador de Oaxaca, Diódoro Carrasco vendió la misma idea a través de un estudio que realizó el despacho de “Felipe Ochoa y Asociados” y que prácticamente era la incorporación del sureste del país al llamado Plan Puebla Panamá (PPM), conocido ahora como el Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, que también ha sido rechazado y repudiado por las organizaciones progresistas y de izquierda.

     AMLO habló de crear en el sur de Oaxaca un corredor transístmico que una al puerto de Salina Cruz, Oaxaca, con el de Coatzacoalcos, Veracruz. Dijo que en ese corredor se establecerían empresas ensambladoras y que se uniría el Pacífico mexicano con la costa Oeste de Estados Unidos.

     Ese proyecto no es nuevo y tampoco nacional. Es viejo y responde al apetito que tienen las naciones poderosas y sus respectivas empresas transnacionales con respecto a la estratégica posición geopolítica del Istmo de Tehuantepec. AMLO, que tiene un discurso nacionalista, se presentó como el mejor vendedor de la franja ístmica del país. La que une el Pacífico con el Atlántico y la que representa el potencial dominio de un mercado internacional con, le faltó decir a AMLO, una mano de obra barata que no existe en otras partes del mundo.

     El plan que AMLO trajo ayer en Juchitán para desarrollar la región del Istmo, cuando sea presidente, fue impulsado también por el ex gobernador oaxaqueño Heladio Ramírez, al lado del ex gobernador veracruzano, Dante Delgado, dueño de la franquicia del Partido Convergencia. Dicho plan tampoco prosperó.

     Un breve repaso en la historia del Istmo, le permitiría a AMLO conocer que su propuesta de desarrollo del sureste de Oaxaca y Veracruz es una copia del plan Alfa Omega que impulsó el gobierno de José López Portillo, que copió del sexenio de Luis Echeverría, quien impulsó el famoso Plan de Desarrollo Integral del Istmo de Tehuantepec, en 1976, cuando pretendió convertir a los puertos de Salina Cruz y Coatzacoalcos, como terminales de contenedores para abrir una vía  terrestre entre ambos Océanos.

     Un poco de historia le hubiese permitido a AMLO saber que ese viejo proyecto de unir el Pacífico con el Atlántico estuvo a punto de concretarse en 1859, cuando el ex presidente de México, Benito Juárez, autorizó a su ministro Melchor Ocampo a firmar con el ministro estadounidense Robert Mc Lane, el llamado Tratado Mac Lane/Ocampo para que se le permitirá a Estados Unidos el uso del territorio del Istmo de Tehuantepec, a cambio de dinero y reconocimiento político.

     Si AMLO hubiese leído las llamadas Cartas de Relación de Cortés, hubiese encontrado que su propuesta de unir ambos Océanos, ya estaba en ese documento que exploraba la posibilidad de utilizar los ríos del Istmo como canales naturales para acercar el comercio y la conquista espiritual entre lo que ahora es Oaxaca y Veracruz.

     DE REFILÓN: Como en los mejores tiempos del PRI/Gobierno, ahora los funcionarios del gabinete del cambio estaban ahí, presentes, en un acto político proselitista. Y no solo estuvieron, también se desgañitaron desde la tribuna y abrieron la billetera para pagar el acarreo, que antes era insultante y ahora es tolerable, de los indígenas ávidos del jugo y la torta. ¿Cuál cambio don Salomón?

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