ALBERTO LÓPEZ MORALES
Entre los
priístas oaxaqueños se respira el ambiente de expectación. No es para menos. En
un par de semanas quizá, los altos mandos del tricolor anunciarán el nombre del
candidato o candidata a la gubernatura de Oaxaca.
Sin embargo la
gran incógnita que priva entre ellos no radica en conocer el nombre del próximo
abanderado o abanderada del tricolor, sino en la intención del gobierno federal
y del PRI, de recuperar el gobierno de Oaxaca que actualmente está en manos de
opositores salidos del PRI.
La sucesión
gubernamental de Oaxaca no está desvinculada del contexto nacional. Forma parte
de los cálculos políticos con miras a las elección presidencial de 2018. Los
mandos nacionales del tricolor deberán definir qué tan rentable
electoralmente es Oaxaca frente a
Veracruz o Zacatecas.
En la elección
presidencial de 2012, Oaxaca se pintó de amarillo con la victoria de AMLO, pero
los votos que dieron Veracruz y Zacatecas, sumados al de otras entidades
llevaron al triunfo del actual presidente de México, Enrique Peña Nieto. No
importó la derrota priísta en Oaxaca.
Durante la
elección intermedia que se registró en Oaxaca en 2013 con la participación del 50.77
de dos millones 669 mil inscritos en la lista nominal, la coalición opositora ganó
con poco más de 507 mil votos, mientras que el PRI y su aliado el Verde
contabilizaron poco más de 485 mil
votos.
En Oaxaca hay
quienes afirman que el PRI recuperará la gubernatura. Lo dicen basados en las
encuestas difundidas y porque están convencidos que los millonarios proyectos
de inversión para detonar el corredor transístmico reclaman un gobierno en
sintonía con el de Peña Nieto.
Hay quienes
agregan la fallida actuación del gobierno de Gabino Cué, que incumplió las
expectativas de paz y progreso, como factor para que el PRI recupere la
gubernatura y no faltan quienes dicen que el PRI ganará Oaxaca por el solo
hecho de que en Los Pinos despacha un priísta.
A un par de
semanas de que el PRI anuncie la definición política para Oaxaca, todos los que
han hecho valer sus derechos, perfiles, experiencias, trabajos y gestiones para
alcanzar la candidatura, andan “sueltos”,
como si nadie hubiese recibido alguna señal.
La soltura (por
decir lo menos) con la que se mueven los aspirantes priístas por la gubernatura
ha alcanzado niveles de descalificación y confrontación que no han abonado a la
unidad priísta y los mandos nacionales del tricolor dejaron que el quesillo
oaxaqueño se enredará más.
En Oaxaca la
mayoría de las cartas del PRI son ampliamente conocidas. Por orden alfabético:
Benítez Tiburcio Mariana, Hernández Fraguas José Antonio, Gurrión Matías
Samuel, Gutiérrez Candiani Gerardo, Murat Hinojosa Alejandro y Pérez Magaña
Eviel.
Las encuestas,
fotografías del momento, consignan que el PRI ganaría las elecciones de
gobernador si las votaciones se realizaran el día en que las levantaron ya sea
por teléfono o a pie de casa. Pero las encuestas no consideran la franja de
indecisos, que es muy amplia.
El PRI nacional,
sin embargo, tiene otra carta poco explorada en Oaxaca: la posibilidad de que
en la ruta de las presidenciales del
2018, prefiera sacrificar a Oaxaca para conservar entidades de mayor
rentabilidad electoral. En los cálculos políticos cabe hasta la derrota para
ganar.
Mariana, Fraguas,
Samy, Candiani, Murat y Eviel son profesionales de la política. No por otra
cosa están como los finalistas en la carrera por la candidatura del PRI. Saben
que la unidad es fundamental para triunfar, pero también saben que en los
cálculos políticos se gana perdiendo.
La militancia
priísta, ansiosa de recuperar Oaxaca anhela el retorno del PRI a la
gubernatura; ese deseo sin embargo, choca con las descalificaciones que entre
sí se hacen los líderes de grupos que respaldan a cada aspirante. Líderes que
muchas veces solo quieren los privilegios del poder.
Si la carta del
PRI no es el sacrificio de Oaxaca y en ausencia de reglas claras para la
contienda interna, todos los aspirantes tendrán poco tiempo para que juntos
construyan la operación cicatriz. No faltará el que quiera cobrar afrentas del
pasado. Casi misión imposible.
En poco tiempo se
develará la carta priísta. Mientras tanto, el nerviosismo crecerá entre la
militancia. Los fríos números de las encuestas de cada aspirante y las de las
elecciones del 2010, las intermedias del 2013 y las federales del año pasado
muestran la tendencia a la baja del PRI.
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