Alberto López Morales
¿Quién no ha
ganado alguna vez la lotería mexicana con la figura de El Valiente? ¿Recuerdan
la imagen? Un tipo de mirada desafiante enfundado en una camisa arremangada color
rosa, un pantalón azul sostenido por un ceñidor color… oh, sorpresa, ¡color naranja!,
y empuñando en la mano derecha una filosa daga.
El Valiente,
¡Lotería! ¿Dónde estaba oculto El Valiente que no aparecía en el escenario
oaxaqueño ni en los momentos más difíciles en la Historia (con H mayúscula, eh),
de la entidad? De pronto apareció con un desplante de arrogancia y amenazador.
Solo y su alma El Valiente decidió enfrentar a los malos, a los conspiradores,
a los amotinados, a los rebeldes. Bueno, “solo” fue un decir porque en realidad
apareció acompañado de sus fieles escuderos especialistas en el uso de las
redes sociales, sobre todo para intimidar a … ¡mujeres periodistas!
El Valiente,
sin embargo, resultó pésimo para los números. Obvio, no todos los valientes son
chingones en matemáticas y tanto por ciento, ni todo los matemáticos son
valientes. Hizo cuentas y consideró que si dos mil era el 100 por ciento,
entonces tenía a su favor el 72% y los otros, los malos apenas si alcanzaban el
irrisorio ocho por ciento. Como buen presuntuoso El Valiente no preguntó si sus
cuentas eran las correctas, aunque 72 más ocho siempre sumará 80 y no 100. Malo
para el cálculo porcentual, pero que chingaos, es El Valiente y punto.
Con su
sombrero tirado al piso entre sus dos piernas abiertas y también desafiantes,
El Valiente se pasó de listo y rayó en la estupidez cuando a confesión de parte
(de parte de los profes de la 22, claro), trató de venderle a la sociedad
oaxaqueña la inverosímil perla de que las acciones destructivas de los profes,
curiosamente del Istmo, en las oficinas de dos legisladores priístas habían
sido producto de grillas internas del PRI, y llevados a cabo por infiltrados.
¡Era un acto de provocación!, dijo de manera sabia e inteligente para
justificar la omisión de su valentía.
El Valiente no
podía permitir que sus bonos bajaran, menos en la carrera futurista de Oaxaca donde
están más que apuntados media docena de tiradores, algunos de peso y otros con
pesos y en su primera oportunidad se enfrentó a una tropa de ex campesinos uniformados
de azul que osaron rebelarse para reclamar que no les alcanza los 25 pesos
diarios para hacer tres comidas y les dijo en tono imperativo, arrogante y
amenazador: quietos porque los corro. Ah, qué valiente El Valiente, ¡Lotería!
Lo que El Valiente
ignoró fue que su desafiante actitud, lejos de arredrar a la tropa de ex
campesinos, estimuló la perseverancia y tenacidad de esos humildes pero dignos
jefes y jefas de familia que en medio de enormes carencias cumplen con el mayor
de los celos profesionales su chamba: la de cuidar la seguridad de Oaxaca.
Como termine
la historia (con h minúscula), de El Valiente, en la Historia (con H
mayúscula), de Oaxaca quedará escrita la epopeya de la tropa de ex jornaleros
que pelearon con dignidad y derrotaron la arrogancia de un figurín de lotería
que con sus acciones desesperadas y mentiras recurrentes se convirtió en un
híbrido de La Dama y El Catrín. ¡Lotería!
*Nota de la
Redacción: Cualquier semejanza con la lucha que libran los policías estatales
contra sus mandos encabezados por el titular de la SSP, Alberto Esteva Salinas,
será mera coincidencia
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