Alberto López Morales
SAN MATEO DEL
MAR, Oax.- La pregunta flota en el ambiente hostil, recorre las calles
pavimentadas sin drenaje, penetra en los hogares con piso de tierra donde niños
desnutridos juegan con perros y gallinas, rebota en las lanchas de los
pescadores que regresan con las manos vacías del mar y acompaña a mujeres que cabizbajas
caminan con sus palanganas de pan y camarones secos que ofrecen de pueblo en
pueblo que forman esta nación de indígenas ikoots.
“¿Cómo podemos
hacerle para que el gobierno respete nuestro derecho a decidir?”, se preguntan
los huaves o ikoots que desde el ocho de abril desconocieron a su presidente
municipal Francisco Valle Piamonte y eligieron, mediante su sistema tradicional
de Usos y Costumbres, a Nicolás Canalizo Quintero, quien despacha en el palacio
municipal aún cuando no cuenta con el reconocimiento gubernamental.
El pueblo ya
recurrió a varias movilizaciones, pero los diputados, el gobierno y los
funcionarios de la Dirección de Usos y Costumbres del Instituto Estatal
Electoral no hacen caso, cuenta Samuel Guerrero, durante el trayecto de unos 35
minutos del puerto de Salina Cruz al centro de esta comunidad, donde se
concentran hombres y mujeres ikoots frente al palacio municipal para discutir
si aceptan la propuesta gubernamental de que desalojen el palacio que ocuparon
desde el ocho de abril.
Para exigir el
reconocimiento de sus nuevas autoridades encabezadas por Nicolás Canalizo
Quintero, la comunidad mareña bloqueó el paso e impidió la instalación de 17
casillas en la pasada elección presidencial del primero de julio, retuvo el 14
de julio a siete policías estatales que fueron liberados en medio de un clima
de tensión y bloqueó la carretera Panamericana durante más de 30 horas a partir
del lunes 23 del mismo mes. Sin embargo, lo único que lograron fue que les
dijeran que devuelvan el palacio para volver a dialogar.
“La cosmovisión
de nuestro pueblo indígena es diferente a la de los políticos, los funcionarios
y los líderes de los partidos. Acá en el pueblo nos regimos por costumbres y si
un presidente discrimina o maltrata a su pueblo, pues el pueblo dice que ya no
lo queremos y nombramos a otro, pero eso no lo entienden en Oaxaca”, explica la
activista de derechos humanos y reproductivos, Roselia Gutiérrez.
Desde diciembre
del año pasado, cuando el edil Francisco Valle Piamonte presentó su primer
informe de actividades, los integrantes del ayuntamiento le pidieron que
explicara el destino de los recursos destinados a la obra pública. No informó,
pero se le dio una segunda oportunidad que se agotó en abril de este año.
“Desde entonces
el presidente Francisco (Valle Piamonte), abandonó el pueblo, se fue. No sabemos dónde está, pero el gobierno de
Oaxaca le sigue mandando el dinero que no sabemos dónde lo malgasta, pero aquí
ese dinero hace falta para poner más escuelas, arreglar el mercado y para
apoyar a las poblaciones de las agencias de Juárez, Cuauhtémoc, Costa Rica y
Huazantlán”, explica el indígena ikoot, Eleazar Infante Fiallo.
En su defensa, el
presidente municipal depuesto por la comunidad huave, Francisco Valle Piamonte dijo
que “no puedo ir a San Mateo porque me han amenazado de colgarme o de
encerrarme en la cárcel”, aunque aclaró que durante el mes de abril despachó
desde la agencia municipal de Huazantlán, pero que por temor se trasladó
primero a Tehuantepec y ahora se encuentra en la capital oaxaqueña.
Tras el
desconocimiento del alcalde, las nuevas autoridades encabezadas por Nicolás
Canalizo Quintero abrieron el palacio municipal y comenzaron a reordenar los
servicios básicos como la recolección de desechos, el traslado en ambulancias
de los menores de edad con desnutrición, males diarreicos y vómitos y a mujeres
con embarazos de alto riesgo al hospital de Salina Cruz y el servicio de
vigilancia con policías comunitarios que prestan su tequio, trabajan sin
cobrar.
“En el gobierno
de Oaxaca dicen y creen que es un grupo que quiere correr al presidente. No es
cierto. Francisco (Valle Piamonte) se fue después que le dimos la confianza
porque dijimos, él es profesor, nos va a ayudar, y ¿qué hizo? ¡Nos abandonó!
Ahora el pueblo quiere que dé la cara o que renuncie”, dice indignada Virigilia
Valle Maldonado, electa el ocho de abril como nueva regidora del Mercado.
¿Dónde está el
presidente o el gobierno para que ayude a las mujeres que venden sus productos
en el mercado?, pregunta Valle Maldonado, quien explica que en el mercado todas
las mujeres se organizaron para pagar dos pesos diarios para ayudar a la nueva
autoridad a sacar la basura, “aunque no hay dinero para arreglar la fosa
séptica de los baños públicos y menos para arreglar la techumbre del mercado
que cada que llueve parece coladera”.
Por su parte la
nueva regidora de Salud, la enfermera Flavia Maldonado Camacho no oculta su
preocupación por la insensibilidad del gobierno y de los diputados que no
quieren reconocer a las nuevas autoridades municipales porque, dice, “está
generando problemas de salud porque tenemos la ambulancia para llevar a los
enfermos a Salina Cruz, pero a veces no hay dinero ni para la gasolina y menos
para el pago del chofer”.
Mientras la
población procedente de las tres secciones que conforman la cabecera y de las
seis agencias municipales empieza a congregarse frente al palacio bajo un techo
de láminas que parecen dispuestas a volar por los fuertes vientos, Flavia
Maldonado Camacho endurece el rostro, levanta el índice y señala hacia el
norte: “Si ese hospital ya estuviera terminado, ya no tendríamos que trasladar
a los enfermos hasta Salina Cruz”. El hospital, cubierto de basura, con los
cristales rotos, en medio de vacas y borregos que disputan las ramas de
espinos, es una obra que dejó inconclusa la administración del ex gobernador
Ulises Ruiz Ortiz y que el gobierno de Gabino Cué lo mantiene en el olvido, sin
equipamiento y sin médicos ni enfermeras.
Justo cuando
desde el aparato de sonido se anuncia que la asamblea comunitaria está por
comenzar, el presidente popular Nicolás Canalizo Quintero, un pescador joven
electo el ocho de abril, explica que el pueblo ikoots solo pide que el gobierno
reconozca y acredite a las nuevas autoridades que él encabeza. “Si quieren un
plebiscito para que el pueblo decida, estoy dispuesto a someterme a la voluntad
de los ciudadanos”, dice en forma retadora. “Ojalá que el anterior presidente
Francisco Valle Piamonte acepte también y que venga al pueblo para que se acabe
el problema”, sentencia.
La asamblea está
instalada. Los ikoots deliberan por más de tres horas. Hablan los hombres y las
mujeres que hace tres años no tenían derecho ni siquiera a participar en las
asambleas y ahora votan y tienen dos regidoras en el nuevo cabildo. La asamblea
acuerda que el palacio municipal será devuelto al gobierno de Oaxaca con la
condición de que Francisco Valle Piamonte presente su licencia al cargo de
presidente y ofrece garantías a los funcionarios para que realicen en esta
comunidad el plebiscito que ponga fin al conflicto municipal.
No es el único
problema que vive esta comunidad. Siguen pendientes otros litigios agrarios con
sus vecinos de San Pedro Huilotepec, el Ejido Boca del Río, de Salina Cruz y
sobre todo el añejo lío con sus hermanos ikoots de Santa María del Mar, cuyo
paso terrestre sigue bloqueado desde octubre de 2009 y están obligados a cruzar
la Laguna Superior en lancha para llegar a Juchitán.
“La verdad
nosotros le pedimos a Dios que se arreglen los problemas, pero también que
mande un poco de lluvia para que haya más camarones y pescados en el mar,
porque de eso vivimos”, comenta don Eleazar Infante Fiallo, mientras mira hacia
el aborregado cielo de color gris que anuncia la presencia de fuertes vientos
del norte que elevarán las olas del Pacífico mexicano y dificultarán la pesca.
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