Alberto López Morales
JUCHITÁN, Oax.- Han pasado 33 años, pero la memoria, testaruda e irreductible, se ha convertido en el antídoto para que nadie olvide que el 11 de julio de 1978, el dirigente de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo (COCEI), Víctor “Yodo” Pineda Henestrosa, fue secuestrado y desaparecido por soldados del onceavo batallón de infantería.
Frente a la biblioteca popular “Víctor Yodo”, ubicada en la marginal séptima sección de esta ciudad zapoteca, poco a poco la calle Libertad se cubrió de amigos de la familia Pineda Santiago y unieron sus voces para gritar “¡Vivo se lo llevaron, vivo lo queremos!
La esposa de Víctor “Yodo” Pineda, la incansable Cándida Santiago y sus hijos Irma, que en 1978 tenía cuatro años de edad y Héctor, que apenas cumplía un año, reiteraron su exigencia para que el gobierno federal informe del paradero del dirigente campesino y exigieron al gobierno de Gabino Cué, que reabra las investigaciones.
“No olvidamos, no perdemos la memoria y nunca nos cansaremos de exigir su presentación con vida porque esta demanda también sirve para reclamar que nunca más se registre en México la desaparición forzada”, señaló Héctor Pineda Santiago, ahora dirigente de la sección 22 del SNTE.
Como otros años, la ausencia de los dirigentes de la COCEI, fracturada por ambiciones políticas y económicas en más de seis corrientes políticas, fue notoria, pero ahí estaban los dirigentes magisteriales e integrantes de la Comisión Magisterial de Derechos Humanos (COMADH).
Ante ellos, el poeta y escritor juchiteco Víctor Terán recordó que en mayo de 2007 fueron víctimas de la desaparición forzada, en la capital oaxaqueña, los dirigentes del Ejército Popular Revolucionario (EPR), Edmundo Reyes y Gabriel Alberto Cruz.
También recordó la desaparición del profesor Carlos René Román Salazar, el 14 de marzo de este año y cuyo paradero se desconoce. “La desaparición forzada aun existe en México y debemos desterrarla”, señaló.
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