Alberto López Morales
JUCHITÁN, Oax.- No
soy un cacique, porque los caciques cargan la pistola al cinto y yo no traigo,
respondió con su voz ronca, pero en tono pausado, al tiempo que con sus dos
manos levantaba la camisa color verde pistache que cubría la parte superior del
pantalón color caqui.
Estaba en su
consultorio dental, habilitado en la parte frontal de su vivienda ubicada en la
contra esquina de la Casa de la Cultura, casi frente a la barda poniente del
centro escolar “Juchitán”, donde empieza la calle Colón y termina la avenida 5
de Mayo.
La entrevista tenía lugar 12 años después que
él fue candidato a la presidencia municipal de Juchitán, cargo que ganó en la
elección del 17 de noviembre de 1974 cuando la turbulencia política resurgía
con la irrupción de la Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo
(COCEI).
Después de su
primera respuesta, respiró hondo y se sentó en una cómoda butaca de madera, en
la entrada de su vivienda que hacía función de estacionamiento, en medio de
maceteros del que surgían helechos y plantas de ornato.
Ahí, con los
ojos semicerrados y cubiertos por sus abundantes cejas, en la comodidad de la
butaca expresó una leve sonrisa de orgullo cuando se le preguntó por qué decían
que en Juchitán no se movía la hoja o rama de un árbol si él no pestañeaba.
“No, nada de eso
es cierto. Lo que pasa es que tengo muchos compadres, creo que son como 400 y
muchos de ellos vienen aquí, a la casa, en busca de consejos. Algunos piden
consejos porque quieren participar en la política, otros porque quieren ser
mayordomos de alguna fiesta”, dijo.
Tres días después de ganar la presidencia
municipal, 12 años antes de la entrevista, fue involucrado en la muerte de
Lorenza Santiago, durante una marcha que protestaba contra lo que sus
opositores llamaron “fraude electoral”, el 20 de noviembre de 1974.
La justicia declaró que él no fue culpable y
comenzó a gobernar en Juchitán a partir del primero de enero de 1975. Antes que
concluyera su trienio, su partido, el Revolucionario Institucional (PRI), lo
convirtió en candidato a la diputación local, cargo que ganó en la elección del
siete de agosto.
En corto,
presumía que el gobernador oaxaqueño de esa época, el general Eliseo Jiménez
Ruiz, quien había relevado al destituido Manuel Zárate Aquino, había facilitado
para que los diputados locales lo eligieran a él como presidente del Congreso
Local.
Desde esa época,
no hubo candidato priísta a la gubernatura de Oaxaca que, en busca del voto de
los juchitecos, y gobernantes, no pusieran los pies en la casa donde transcurrió
la entrevista en 1986. Entrevista donde presumía su afición al boxeo y su buena
condición física.
En esa vivienda
pasaron y dialogaron con él, Pedro Vásquez Colmenares, Jesús Martínez Álvarez,
su gran amigo Chuchín, Heladio Ramírez, José Murat, Ulises Ruiz Ortiz. La relación
con Diódoro Carrasco, fue algo ríspida, pero de respeto, decía cada que tenía
oportunidad.
En la
tranquilidad de esa vivienda, alegrada años después de 1986 por un par de
escandalosos loros que en la mañana del sábado siete de septiembre guardaban
respetuosos un sepulcral silencio, también pasaron políticos coceístas, a
principios de los años noventa.
Cuentan los jóvenes del Foro Ecológico
Juchiteco que la cuarta boda del Alfredo Cardona Chacón, hijo del poeta
costarricense Alfredo Cardona Peña, se realizó bajo una enorme enramada de
carrizos que organizó Julio Bustillo, como padrino al costado sur de la Casa de
la Cultura.
A la fiesta
llegaron, obviamente, los amigos juchitecos de Alfredito, como le decían. Todos
gritaban en zapoteca “Tapa”, “Tapa”, y mostraban cuatro dedos con la palma de
la mano extendida. “Cuatro, “Cuatro”. Celebraban la cuarta boda del hijo del
poeta.
Y entre los
amigos, llegaron Héctor Sánchez López y Leopoldo de Gyves de la Cruz, dirigentes
coceístas. Cada quien por separado, llegó a la casa de la entrevista y lo
saludaron a él, a hombre que les decía: somos contendientes políticos, no
enemigos.
Años antes, él y
Polín de Gyves, habían compartido la experiencia de la 53 Legislatura federal
de 1985, el año del sismo del 19 de septiembre, y que concluyó su periodo en
1988, cuando México se abrió paso a la pluralidad, con el Frente Democrático
Nacional, de Cuauhtémoc Cárdenas.
Desde las 03:00
horas del sábado siete de septiembre, él se fue junto a su hijo Julio, fundador
del Foro Ecológico Juchiteco. Su memoria será preservada por doña Yolanda Cacho
y sus hijos Edith, Mario, Gonzalo y Yolanda.
Don Mario
Bustillo Villalobos, el hombre de voz ronca pero pausada que dijo en la
entrevista: “No soy cacique, porque los caciques usan pistola y yo no traigo”,
falleció. Descanse en paz.
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