Alberto López Morales

En esta comunidad
habitada por unos 14 mil indígenas ikoots, bendecidos al norte por aguas de la
Laguna Superior y al sur por el Pacífico, en el Golfo de Tehuantepec, la última
vez que le surtieron 10 toneladas de maíz a la tienda rural 13 de Diconsa, fue
el 23 de mayo de este año.
“Por los
problemas que hay en Oaxaca en esta tienda que es la esperanza de unos cinco
mil beneficiarios por los precios bajos de nuestros productos ya no tenemos
maíz; tampoco avena, arroz y frijoles”, dijo Irma Quintana Silva, encargada del
establecimiento desde hace nueve meses.
La tienda rural
número 13 de Diconsa, dependiente del almacén ubicado en El Morro, un poblado
de la zona Chontal baja de la región costera de Oaxaca, es un salón rectangular
de 98 metros cuadrados que alberga cinco estantes metálicos semivacíos.
“Lo primero que
se agotó fue el maíz, el azúcar y la harina de maíz. Estamos sufriendo porque
este es un pueblo que vive de la pesca”. La vocación agrícola es escasa. “Aquí
el kilo de maíz nos cuesta cinco pesos, en tiendas particulares, que venden el
maíz por litro, cuesta hasta 10 pesos”.
En Oaxaca operan
2,400 tiendas rurales. Eso significa que los productos básicos con precios
económicos están presentes en igual número de localidades indígenas
empobrecidas, marginadas y de difícil acceso.
De ellas, 855
funcionan en la Unidad Operativa Istmo y Costa. Por los problemas políticos,
hay 155 municipios desatendidos. 530 tiendas rurales están desabastecidas. Casi
un millón de personas sufren la falta de víveres, Mientras Diconsa tiene
pérdidas por 16 millones de pesos.
“Tan solo en San
Mateo del Mar hay 12 tiendas que no han podido ser abastecidas”, admitió el
supervisor operativo de la zona Chontal, Felipe Santiago Ramos, quien añadió
que los almacenes de Diconsa no surten porque no hay paso o porque los camiones
no tienen combustible.
El común
denominador de las 530 tiendas rurales de Diconsa que operan en las regiones de
la Costa y el Istmo es que no tienen nada de maíz. “Es preocupante la
situación”, admitió el subgerente de la zona, Cristian Hernández Fuentes.
La preocupación
se agudiza más en esta comunidad que concentra altos índices de pobreza a pesar
que está ubicada cerca del puerto de Salina Cruz, el polo del desarrollo
industrial del Istmo: La leche del programa alimentario para menores de edad se
agotó.
“Preocupa porque
no tenemos ni para comer y ahora, como no vienen a surtir las unidades de
Diconsa, unos 96 niños hijos de familias beneficiarias del Programa Alimentario
Sin Hambre no tienen leche”, comentó alarmada Julissa Camacho, presidenta del
Comité Rural de Abasto.
En las
localidades integradas a la Unidad Operativa Istmo y Costa, se han dejado de
distribuir las tarjetas que posibilitan la adquisición de 15 productos de alto
valor nutritivo como leche en polvo, avena, lenteja y huevo, equivalentes a
nueve millones de pesos.
Sin maíz no hay
producción del totopo que es esencial en la dieta de los ikoots, zapotecos,
chontales y zoques del Istmo de Tehuantepec. El totopo, una tortilla
deshidratada a temperaturas altas en ollas de barro. Con el totopo se saborean
mejor los camarones, pescados, queso y frijoles.
Por el momento,
sin embargo, en 170 tiendas rurales de Diconsa establecidas en el Istmo y
atendidas por los almacenes de El Morro Mazatán, Santiago Laollaga, Santiago
Niltepec y La Reforma Yautepec, no hay maíz para el atole, las tortillas y
menos para el totopo.
Bajo esa realidad
tan preocupante para casi 900 mil istmeños que se han quedado sin abasto de
maíz en las tiendas de Diconsa, la pregunta de doña Julissa Camacho se aleja
más del tono burlón. Es verdad: no se puede disfrutar del camarón sin el totopo.
Y en la pequeña
bodega de la tienda rural 13, que inició operaciones hace 20 años en esta
comunidad ikoot, donde en condiciones normales se almacenan 20 toneladas de
maíz al mes, solo están en el piso, como mudos testigos del desabasto, una
báscula y cinco bandejas de plástico.
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