domingo, 3 de enero de 2016

Llega a su fin el decepcionante gobierno del cambio


ALBERTO LÓPEZ MORALES

     El decepcionante gobierno del cambio, que incumplió con su lema de paz y progreso para Oaxaca, llega a su fin en este 2016. La transición quedó trunca y la alternancia se redujo al quítate tú para que me ponga yo. Frustración es el ánimo que envuelve la vida de los oaxaqueños.

     La coalición de fuerzas opositoras al PRI que llevó a Gabino Cué Monteagudo al gobierno de Oaxaca no tuvo eficacia para el ejercicio democrático del gobierno y agotó en un tris su capital político. Gobernó igual que los priístas. Corrupción y simulación fueron sus divisas.

     Gabino Cué llegó al gobierno de Oaxaca atado de manos por sus múltiples compromisos políticos y económicos. Tantos que en la Secretaría General de Gobierno, la oficina responsable de la política interna, despacharon y despachan funcionarios formados en la cultura priísta.

     Irma Piñeyro Arias, Jesús Martínez Álvarez, Alfonso Gómez Sandoval, quienes fungieron como titulares de la Secretaría General de Gobierno y Carlos Santiago Carrasco, se formaron en las filas del PRI y aunque algunos de ellos mostraron sensibilidad, carecieron de autonomía para actuar.

     En áreas sensibles de la administración, como en Salud, campeó la corrupción que devastó la prestación del servicio médico. Hospitales y centros de salud sin medicinas, sin instrumental y sin especialistas es el legado de la corrupción.

     La política educativa quedó al garete, sometida al vaivén de las movilizaciones magisteriales que enfrentaron cuatro directores sin decisiones, hasta que sometido por el gobierno federal llegó el golpe de timón que despojó a la sección 22 del SNTE el control del IEEPO.

     En Finanzas y Obras Públicas, áreas tan socorridas por las autoridades municipales prevalecieron la insensibilidad y la galopante corrupción, al igual que Administración. Las denuncias sobre escándalos ahí están, en espera que alguien las recoja.

     Si administrativamente el gobierno de Cué resultó un fracaso, políticamente fue peor. La influencia del ex gobernador Diódoro Carrasco predominó en las decisiones económicas y políticas que en un tris agotaron el bono democrático del gobierno que ofreció el cambio y no cumplió.

     La relación sumisa y convenenciera que mostraron en estos cinco años los diputados locales que integraron las dos legislaturas del sexenio de Cué, facilitaron la opacidad y escasa rendición de cuentas. Los legisladores solaparon la corrupción a cambio de prebendas.

     ¿De qué otra forma podría explicarse el irresponsable endeudamiento del gobierno de Oaxaca que tras recibir una deuda de cuatro mil 500 millones de pesos la elevó a 18 mil millones de pesos? Cué cuadriplicó la deuda con la complicidad de los diputados.
     La desastrosa experiencia del gobierno coalicionista de Cué podría pavimentar el regreso del PRI a la gubernatura de Oaxaca, aunque si los opositores al priísmo vuelven a ganar, de no existir un programa alterno, el PRI volverá a gobernar a los oaxaqueños.

     ¿Volverá a imponerse el priísmo de Diódoro Carrasco con José Antonio Estefan o con Gerardo García Candiani? ¿Ganará el priísmo que se esconde en el discurso anticorrupción de Robles Montoya? ¿O ganará el PRI de Murat o el de Ulises?

     Frente a la ineficacia y fracaso del gobierno coalicionista, así como las disputas abiertas entre los grupos de poder por el gobierno de Oaxaca, la sociedad oaxaqueña que ha visto crecer el número de pobres en este sexenio, seguirá en la indefensión social.

     ¿Qué opción tiene la sociedad oaxaqueña? Solo le queda la fuerza de sus votos. Sin embargo, a cinco meses de las elecciones, lamentablemente no se observa por ningún lado la conjunción de las fuerzas políticas bajo un programa alternativo de gobierno.


     La sociedad solo observa el interés político por el control gubernamental. No hay propuestas de políticas públicas que empujen hacia la genuina transición que se quedó chata. La democracia en Oaxaca se fue de paseo y en su lugar dejó la simulación, la corrupción y la impunidad.

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