lunes, 5 de enero de 2015

Miedo e ira por derrame de gasolina



Alberto López Morales
     MATÍAS ROMERO, Oax.- Aterrorizada, confundida y presa de la ira, doña Lucero del Carmen López Pérez, de 22 años de edad, tomó entre sus brazos a su bebé de año y medio y empezó a correr por las calles de Rincón Viejo, que pertenece a Santa María Petapa. “Había un fuerte olor a gasolina. No se aguantaba. Por eso salí, para salvar a mi hija”, dijo tras explicar que huyó de su vivienda como a las tres de la madrugada y en su frenética carrera para alejarse del penetrante olor del combustible se topó con los policías municipales que la auxiliaron.
     Una hora más tarde y en medio de la oscuridad y el desconcierto, doña Eleuteria Cabrera González, también salió corriendo de su vivienda con 10 niños, cinco de ella y cinco hijos de sus sobrinas que trabajan de noche. Una patrulla de la policía los rescató a todos y los trasladó al auditorio municipal “Ernesto Guzmán Clark”, que para las cinco de la mañana del sábado tres de enero terminó por convertirse en el refugio temporal  de unas 207 personas damnificadas por un derrame de gasolina detectada desde el mediodía del 31 de diciembre del año pasado.
     El pánico que provocó la estampida de los habitantes de Rincón Viejo no fue fortuito. Bajo las viviendas humildes de la zona norte del Istmo hay un verdadero polvorín. Ahí pasan los ductos de Pemex que transportan petróleo crudo, gasolina, isobutano, amoniaco y muy pronto gas natural, desde Veracruz a la refinería “Antonio Dovalí Jaime” que se localiza en el puerto de Salina Cruz. En la memoria de los pobladores de la zona aún siguen golpeando las muertes de nueve personas por la fuga de amoniaco que ocurrió el 20 de agosto del año 2013 en El Barrio de la Soledad y más recientemente por el desalojo de las familias de El Polvorín, por el derrame de gasolina que ocurrió el 25 de julio del año pasado.
     Las 207 personas, 117 mujeres y 90 hombres, entre ellos 60 menores de edad y 30 adultos mayores de 60 años, fueron atendidos por médicos y enfermeras del sector Salud, informó el coordinador del área de Epidemiología de la Jurisdicción Sanitaria, Carlos Maldonado Ramos. Un menor de edad fue internado durante unas horas al hospital de Prospera por una leve intoxicación, una mujer embarazada sufrió crisis nerviosa, 15 personas presentaron dolores de cabeza por la inhalación de la gasolina que contaminó unos dos y medio kilómetros del arroyo Achiote que desemboca en el río Malatengo  donde más al norte atraviesa potreros y áreas pobladas de las comunidades mixes de San Juan Guichicovi, Pachiñé y Mogoñé y termina en las aguas del Golfo de México.
     Bajo la guía de los jefes policiacos de Matías Romero, Lázaro Zárate Estudillo y Juan Toscano Ulloa, un grupo de periodistas llegó a uno de los puntos del arroyo Achiote tras un breve recorrido en vehículos sobre una terracería accidentada y luego de una sofocante y ascendente caminata de unos 15 minutos. Nadie preguntó nada. El irritante olor de la gasolina venía de una quebrada río abajo, entre malezas, pastizales y frondosos árboles impregnados del tufo del combustible. En el sitio, unos seis ganaderos afectados con el derrame y que tuvieron que desplazar a sus semovientes a otros potreros, denunciaron que la gasolina derramada por una aparente toma clandestina de los “ordeñadores” de ductos que operan impunemente en la zona, mató cientos de tortugas y peces de agua dulce. “¡Miren!”, dijo uno de ellos sumamente molesto y hasta agresivo, al mostrar el fondo de una cubeta de 19 litros cubierto de pececillos muertos. En medio del arroyo cubierto de una espesa nata rojiza, unos hombres del pueblo contratados por Pemex y enfundados en overoles color naranja y botas negras de hule retiraban la gasolina entrampada en las barreras marinas y cordones oleofílicos. “Esto no es nada, aquí apenas es el principio, más adelante hay cientos de peces muertos y mucha gasolina que se derramó”, secundó un ganadero que dijo llamarse Juan, quien reclamó a los periodistas con dos interrogantes: ¿Por qué apenas vienen? ¿No sabían que el derrame comenzó desde el 31 de diciembre?
     Los ganaderos se reunieron en la sede de la agencia municipal de Rincón Viejo con representantes locales de Pemex, entre ellos el ingeniero Manuel García Vásquez, y ante la presencia de la agente municipal, Antonia de la Cruz Álvarez, se les ofreció una serie de acciones a partir de la contención y recuperación de la gasolina que contaminó poco más de dos y medio kilómetros del arroyo Achiote, como el pago por los daños ambientales y por la reubicación del ganado a otras áreas de pastoreo. Ahí de nueva cuenta floreció la desconfianza hacia la empresa petrolera porque a juicio de los campesinos, en otros derrames de gasolina y fuga de amoniaco, Pemex no ha asumido su responsabilidad al señalar que los percances han sido provocados por ladrones de combustible y no por ruptura de sus ductos.
     Más tarde, en el auditorio municipal “Ernesto Guzmán Clark”, habilitado como albergue para las familias de Rincón Viejo, atestado de colchonetas económicas, vasos y platos desechables de poliestireno expandido (unicel), en los que Pemex les envió a las 10:21 horas del sábado una orden de cinco tacos como desayuno para cada damnificado, también le llovieron reclamos al responsable regional de seguridad de la petrolera, Pedro Pablo Jiménez. “Lo que para usted es un litro de gasolina o un incidente ajeno a Pemex, para nosotros es pérdida de un día de trabajo, es dejar nuestro hogar, es arriesgar nuestra salud”, le espetaron.
     Ahí, entre los damnificados, doña Nicolasa Cabrera Moreno, de 76 años de edad, movía la cabeza de un lado a otro quizá en busca de alguna respuesta más efectiva. Ella enviudó hace trece años y desde el 2012 sobrevive con la venta de productos de belleza, entre fragancias y cremas. Vive sola en Rincón Antonio. Sus hijos, ya casados “viven lejos”, revela. A ella la despertaron los vecinos, le dijeron “¡vámonos que aquí huele feo!”. Se queja porque nadie, ninguna autoridad de Pemex o del municipio de Santa María Petapa les informó de ningún riesgo. “Si el derrame ocurrió en la mañana del 31 de diciembre, ¿por qué nadie nos previno?”, pregunta con la mirada entristecida.
     El director regional de Protección Civil, Tore Knape Macías dio una explicación de lo que ocurrió casi tres días después del derrame: Se derramaron millones de litros, se contaminó casi dos kilómetros y medio del arroyo a pesar de que desde la estación de bombeo de Donají, un poblado más al norte, Pemex cerró las válvulas al observar una baja presión en su distribución, pero el olor de la gasolina se sintió más fuerte en la madrugada del sábado porque hubo mucha neblina que impidió que el olor se dispersara.
     “¿Cuándo podremos regresar a nuestras casas?”, preguntó Armando Cruz López, un joven ingeniero de la construcción que trabaja en Tuxtla Gutiérrez, la capital de Chiapas, quien llegó con su esposa a pasar las fiestas de Navidad y Año Nuevo en la casa de su suegro. “Nos tomó de sorpresa, pero al final salimos como salió toda la gente, apenas con la ropa puesta”, señaló incómodo porque, añadió, debe preparar su salida a su trabajo en una empresa que construye condominios.
     A las 17:12 horas, después que Pemex informó y firmó por escrito que no había riesgos de explosividad o intoxicación, las 207 personas abandonaron el albergue temporal y enfilaron el regreso a Rincón Viejo, con la advertencia de los pobladores de que no descansarán en exigir que la petrolera agilice las labores de limpieza del arroyo Achiote que forma parte de su vida y entorno. Funcionarios de Pemex informaron que han sido contratadas 85 nativos para contener y retirar la gasolina derramada a lo largo de dos y medio kilómetros del arroyo, mientras que otras personas del lugar, revisarán con personal de la petrolera la superficie de pastizales dañados por el derrame del combustible.
     Antes de partir, de nuevo las dudas: ¿El derrame fue provocado por una toma clandestina de los que roban combustible? ¿O fue un derrame causado por el mal estado de los ductos de Pemex que no han recibido mantenimiento desde hace años? ¿Por qué la autoridad federal no investiga quiénes son los dueños de los potreros dónde se descubren las tomas clandestinas? ¿Por qué los dueños de esos potreros no denuncian que en sus tierras hay gente extraña colocando mangueras o metiendo pipas? Hace poco personal de Pemex descubrió el tendido de más de un kilómetro de manguera especializada para transportar gasolina, desde un potrero hasta la carretera Transístmica. El derrame del 31 de diciembre, ocurrió 200 metros al poniente del kilómetro 193 más 500 de la misma vía federal, la Transístmica, pasando en dirección de sur a norte, metros adelante de las instalaciones militares del 99 batallón de Infantería de la Secretaría de la Defensa Nacional.
     

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