Alberto López Morales
MATÍAS ROMERO,
Oax.- Con dolor, la tristeza y el miedo, doña Maricruz de Jesús Cruz fue la
primera en regresar a su casa en Chivaniza, un pequeño poblado del El Barrio de
la Soledad. “El olor de amoniaco era irresistible, picaba la piel y los ojos.
Dejamos todo y salimos”, recordó.
“Estoy triste y
adolorida por las personas que quedaron atrapadas, que no pudieron salir porque
estaban trabajando ahí donde salió el amoniaco. Eran trabajadores que rentaban
allá en Campo Nuevo y pasaban aquí a mi negocio a comprar refrescos y
galletas”, dijo angustiada.
Frente a la casa
de doña Maricruz, en un pequeño lomerío pegado a la carretera Transístmica,
también estaba su vecino Raúl Ramírez Mijangos. “Apenas vengo a ver si ya
podemos regresar. Ayer tuvimos tiempo de salir porque el gas picaba las manos y
todo el cuerpo. Fue duro”, dijo.
Nadie más de
Chivaniza, que desde las 15:00 horas del martes se refugiaron con sus familias
o acudieron al albergue de Matías Romero, había llegado a sus hogares, que como
los del poblado Campo Nuevo, permanecían con puertas y ventanas cerradas, como
pueblos deshabitados.
Cerca de las 14
horas de este miércoles, las autoridades de Protección Civil, Salud y Pemex
informaron que la calidad del aire en la zona afectada por la fuga, ya era
aceptable, que no había riesgos para la salud, pero el miedo entre los 2, 500 desalojados
era más fuerte.
A esas horas, las comunidades de Chivaniza,
Campo Nuevo, El Sardinero, Almoloya, Rincón Vaquero, Los Nanches, Mazahua y Carrasquedo
parecían fantasmales. Sus moradores estaban dispersos en albergues ubicados en
Matías Romero, Lagunas, La Ventosa, Ixtepec y Juchitán.
La carretera
Transístmica se veía sombría desde que la densa y blanca nube tóxica de
amoniaco cubrió el cielo y ennegreció las verdes hojas de los árboles. Solo las
luces rojas y azules de las torretas de las patrullas de los policías estatales
se imponían en el silencio de la tragedia.
Poco después de
las 11:00 horas de este miércoles se abrió el paso vehicular que comenzó lento,
a vuelta de ruedas, sobre la Carretera Transístmica. Todos los conductores,
varados desde las 15:00 horas del martes, querían ser los primeros en pasar. Después
todo se normalizó.
En la zona del
siniestro no hay señal telefónica y
además era imposible ingresar justo en el punto de la fuga y la información era
confusa. Primero se reportaron tres muertos, después cuatro, luego siete y
hasta la tarde del miércoles llegó el reporte oficial: nueve fallecidos.
Fue el
Subprocurador de Justicia en el Istmo, Víctor Fernando Ruiz, quien informó,
durante una reunión de evaluación de daños que presidió el titular del
Instituto Estatal de Protección Civil (IEPCO), Manuel Maza, que ocho fueron
hallados y levantados hoy, en el lugar del siniestro.
Una persona más,
añadió, falleció en una clínica privada de esta ciudad de Matías Romero. Todos
los fallecidos trabajaban para la constructora “Cuadro Rojo”, que realiza, por
encargo de la SCT, la ampliación del tramo La Ventosa/Acayucan, de la carretera
Transístmica.
“Los trabajos de
modernización de la carretera van a continuar una vez que la Procuraduría de
Oaxaca y de la PGR concluyan sus investigaciones”, informó el delegado de la
SCT en Oaxaca, David Mayrén carrasco, quien lamentó la muerte de las siete
personas.
Un día después de
la tragedia, “que nunca habíamos vivido”, como dijeron doña Maricruz y su
vecino don Raúl, los primeros en regresar a sus hogares en Chivaniza, volvió la
aparente normalidad, pero envuelta en el pavor, la angustia y el martirio
frente a la muerte.
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