sábado, 1 de noviembre de 2014

Biguie' en Juchitán

Alberto López Morales
     JUCHITÁN, Oax.- El olor del incienso se propaga en el ambiente, el aroma del cempasúchil invade las calles, el viento mece las enaguas de las mujeres que van al rezo y desde las bocinas colocadas sobre los vehículos se escucha el lastimero canto dedicado a la vida y a la muerte: Guendanabani xhianga' sicarú/ ne gastiru' ni ugaanda laa/ Diuxi biseenda' laanu (gu)idxilayú/ ne laa cuidxi laanu ra nuu.
     Esta ciudad zapoteca del sur de Oaxaca vive los días del Biguie’, que algunos conocen también con el nombre de Xandú. Según el calendario zapoteca Biguie’, durante los días 30 y 31 de octubre, se espera en las viviendas la visita de los muertos y para recibir a los que partieron hace apenas un año o dos años, se preparan ofrendas que se colocan sobre los altares de nueve tablones de madera cuidadosamente adornados o sobre la estructura de cuatro enormes tallos de plátanos recubiertos de frutas que en la parte superior del centro remata con otra ofrenda de flores conocida como Beedxe o Jaguar, que simboliza los cuatro puntos cardinales y el centro de la tierra. Tanto los altares como los Beedxes lucen todo tipo de frutas como naranjas, manzanas, limas, caña de azúcar, plátanos y cocos, muestran bebidas como el mezcal, la cerveza, los refrescos, agua y café. No faltan las flores amarillas del cempasúchil, las guindas de las crestas de gallo, como tampoco faltan los tamales de pollo y mole negro y los panes con los nombres de los difuntos.
Arreglan ofrendas
     En la vivienda de Ulises Toledo Santiago, ubicada en la sexta sección, al sur de la ciudad, desde las primeras horas del alba llegaron familiares mujeres a preparar los tamales de mole negro después de llevar al molino casi 30 litros de maíz blanco y sacrificar cerca de 30 pollos, también llegaron los familiares hombres para colocar y adornar el altar convertido en ofrenda para recibir la visita del alma de don Nolberto Toledo, quien partió al mundo de la inmortalidad en mayo pasado a la edad de 71 años.
     Paciente, amoroso y con extremo cariño, Ulises Toledo corta el papel que adornará el altar, coloca las flores y frutos. No está solo, cuenta con el tequio de sus familiares y vecinos que acarrean racimos de cocos, pencas de plátanos verdes, canastos de manzanas y naranjas. A un lado, sobre una pequeña mesa de madera, hay botellas de mezcal y cervezas que compartirá con sus invitados al velorio para esperar la visita de don Nolberto, en su primer Todos Santos.
     ──La verdad no sé cuánto gasté. No importa, porque lo hago con amor y cariño para recibir el alma de mi padre ─, responde ese joven abogado quien se identifica como integrante de la comunidad muxe juchiteca, mientras sigue en su laboriosa tarea para que el altar quede completamente decorado y lleve todo tipo de frutas “como las que le gustaba a mi padre”.
     No muy lejos del callejón Nicolás Bravo donde se ubica la casa de Ulises Toledo, sobre la calle Melchor Ocampo, pero en la Séptima Sección, se prepara la segunda ofrenda o segundo Todos Santos en memoria de don de Lorenzo Toledo Santos, quien en falleció en enero del 2013. La familia recibe la visita de sus vecinas que entregan flores para cubrir la ofrenda llamada Beedxe o Jaguar y dan un billete de 50 pesos envuelto en un pañuelo blanco, desechable. La ayuda se conoce en zapoteco como Guuna. Se aporta en las fiestas y en los momentos de dolor. A cambio dela visita reciben panes y tamales de pollo y mole negro.
Se gasta como 20 mil pesos
     En esta ciudad zapoteca, la conmemoración de los días de Biguie’ o como otros dicen Xandú, se realiza entre el 30 y el 31 de octubre. Por lo general, para la población que vive del palacio municipal al sur, se conmemora el 30 y para la población que vive del palacio al norte se conmemora el 31. Tomás Chiñas Santiago, estudioso de las tradiciones de los zapotecas, explica que tal separación pudo haber surgido por las diferencias que existieron en la etapa revolucionaria del siglo 19 entre conservadores y liberales representados por los partidos rojo y verde, respectivamente.
     ─Con el paso de los años, he notado que las conmemoraciones de los días del Biguie’ empiezan a perder el sentido de la pertenencia étnica, el de la participación comunitaria porque ahora hay mujeres que ofrecen sus servicios como para la elaboración del tamal, pero también porque con el paso del tiempo, los precios de las frutas, los panes, las flores, el maíz y el mole van a la alza y no todas las personas tienen las condiciones económicas para realizar los gastos que implican una celebración como las que todavía tenemos en Juchitán ─, señaló el profesor Tomás Chiñas.
     De acuerdo con las estimaciones de los familiares de los difuntos, una ofrenda tradicional con Beedxe es más costosa que la confección del altar. Tan solo un par de tallos de platanares que sostienen la estructura de flores, frutas y panes costó en este año 500 pesos. Se necesitan dos por cada una de las cuatro esquinas. La rezadora cobra 150 por rezos y en los días del Biguie’, que comienza del 24 de octubre, se realizan nueve rezos.
     ─Creo que se gasta algo así como 20 mil pesos, pero es una tradición que se niega a morir y que entre todos debemos conservar ─, precisó Chiñas Santiago.
Ambiente festivo
     A diferencia de otras culturas, la zapoteca de esta ciudad recibe a sus muertos entre el 30 y 31 de octubre. En otras culturas, las personas acuden a los panteones donde visitan a sus muertos. En esta ciudad, los dolientes arreglan las casas para recibir a sus difuntos. Por la noche, en el velorio, no faltan las cervezas, el mezcal, los chistes, las anécdotas y las carcajadas en medio de alguna doliente melodía interpretada por un trío que rasga las cuerdas de la guitarra al ritmo de la noche que va evaporándose en el mezcal.
     Gabriel López Chiñas, escritor, poeta, cuentista y académico juchiteco (1911/1983) escribió el texto Concepto de muerte entre los zapotecos), donde de acuerdo con sus estudiosos explicó que los días de Biguie’ los zapotecas esperan en sus hogares la visita de los difuntos que de esa forma pagan la visita que los dolientes realizan en el panteón en el Domingo de Ramos. Cada celebración del Domingo de Ramos, el panteón de Juchitán que lleva el mismo nombre reúne a las familias zapotecas que desayunan, comen y cenan entre las tumbas al calor de las cervezas, los tamales de iguana, garnachas y música que convierten el ambiente en una verdadera fiesta popular.
     En estos días de Biguie’, el mercado y el centro de esta ciudad zapoteca están inundados del olor a incienso que se desprende de los puestos donde expenden copal, velas y veladoras. “En estos días no hay descanso con la venta de veladoras”, comentó Lucero, una vendedora que en estos días y los de Semana Santa recupera sus inversiones.
     En las zonas sur y poniente de la plancha del parque “Benito Juárez”, mujeres y hombres procedentes de Santa Rosa y Puente Madera del municipio vecino de San Blas Atempa, que traen flores como cempasúchil, cocos, platanares, caña de azúcar y cresta de gallo es casi imposible caminar. Las dos zonas están convertidas en un espacio de mercadeo donde las juchitecas compran de todo para las ofrendas de altares o de Beedxe. El ambiente es festivo, huele a incienso y los gritos en zapoteco que ofrecen flores y frutas se esparcen en la atmósfera en medio del gélido viento que sacude las enaguas y alborota las cabelleras de las juchitecas que hasta el día 2 de noviembre irán a las sepulturas de los panteones Domingo de Ramos y Miércoles Santo para reiniciar el rito en el concepto de muerte entre los zapotecas.
     En las calles, el viento propaga las invitaciones que salen de las bocinas montadas en la parte alta de los vehículos que anuncian conmemoraciones del primer o segundo Biguie con el fondo musical del canto plañidero llamado “Guendanabani” que exalta la vida y la muerte en su traducción al español: La vida es hermosa/nada se le compara/Dios nos mandó a esta tierra/ y Él mismo nos llamará a su lado



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