Alberto López Morales
Sobran razones
para decir que el PRD oaxaqueño tiene la estructura del popular quesillo: está
enredado de principio a fin y como el quesillo de Oaxaca, se ha convertido en
la botana de los oaxaqueños.
En la elección de
sus órganos dirigentes, del siete de noviembre de 2014, compitieron 20
corrientes políticas. Aliadas unas y otras en solitario. Hubo para todos los
gustos y al final ganó la corriente que se registró con el nombre de “Diez”,
coordinada por Jesús Romero, que obtuvo algo así como 25 mil votos de los pocos
más de 100 mil sufragios que se emitieron y se repartieron entre las 19 tribus
que compitieron.
Sin embargo, contra
toda lógica, en la noche del sábado 8 de noviembre, los perredistas que son
consejeros estatales eligieron como nuevo presidente estatal del PRD al
diputado federal Carol Antonio Altamirano, un político istmeño formado en el
PRI.
Los dirigentes
perredistas tienen una explicación del por qué no fue electo presidente Jesús
Romero, cuya corriente obtuvo poco más del cuarto de la votación emitida la
noche del domingo siete de septiembre: “Hubo un cambio en la correlación de
fuerzas en la celebración del primer pleno del VIII Consejo Estatal”,
argumentaron.
Todo parece indicar que no fue, desde la
perspectiva de las conceptualizaciones, un cambio en la correlación de fuerzas,
sino algo que es común en el perredismo oaxaqueño: vender su fuerza, sus votos
a cambio de posiciones, en este caso, de cargos en el Comité Ejecutivo Estatal.
Carol Antonio
Altamirano quizá no tenga culpa de ese esquema de negociaciones que se aproxima
mucho al tema musical “Aventurera”, que compuso El Flaco de Oro Agustín Lara:
vende caro tu amor, aventurera.
Desde que es
militante del PRD, Carol Antonio Altamirano compitió y ganó procesos internos
de su partido y también se lazó con la victoria en las elecciones formales: fue
presidente municipal de su natal Asunción Ixtaltepec, fue diputado local y
presidió la coordinación de la bancada perredista y actualmente es diputado
federal.
Sin embargo,
apenas unas horas de que rindió protesta como presidente estatal del PRD, sus
malquerientes difundieron un audio donde dialoga con Jorge “El Coco” Castillo,
un personaje sin cargos en el gobierno de Gabino Cué, pero al que muchos
consideran el verdadero poder tras el trono. En la conversación, el nuevo
presidente estatal del PRD se escucha sin la autoridad del cargo de diputado
federal frente a un sujeto que en teoría carece de poder y de autoridad.
Luego de que tomó
posesión del cargo de presidente estatal del PRD en Oaxaca, Carol Antonio
Altamirano aseguró que trabajará para la militancia perredista y no para
beneficiar a algún grupo político del perredismo oaxaqueño, pero la sombra de
“El Coco” Castillo está ahí y para no pocos, es el artífice de lo que muchos
perredistas llaman “el cambio en la correlación de fuerzas” durante la
celebración de la primera sesión del VIII Consejo Estatal.
Nadie desconoce
en Oaxaca la rivalidad existente entre Jorge Castillo y el senador Benjamín
Robles Montoya. Jorge Castillo, según el ex secretario general del gobierno de
Oaxaca, Jesús Martínez Álvarez, es el operador de jugosos negocios de esta
administración y Robles Montoya es uno de los aspirantes a ser candidato al
gobierno de Oaxaca para las elecciones de 2016.
Para nadie es un
secreto que en su propósito para lograr ese cometido, Robles Montoya
comprometió su respaldo a Jesús Romero, así que en esta primera etapa en la recomposición
del PRD en Oaxaca, Jorge Castillo le aplicó un duro revés al senador Robles
Montoya, quien al lado de Chucho Romero, seguramente volverá hacer lo que sabe,
lo que le gusta y lo que lo mantiene vivo en la carrera por la gubernatura:
volver a recorrer la entidad. Así ganó Jesús Romero la contienda interna y
desplazó a la UCD como segunda fuerza política del PRD, aunque no haya obtenido
el cargo de presidente estatal.
La estructura del
PRD en Oaxaca, similar al típico quesillo, enredado de principio a fin, podrá
enfrentar en el futuro inmediato nuevos enredos, sobre todo si se considera que
el actual Comité Ejecutivo Estatal no es compatible con el Comité Nacional que
preside Carlos Navarrete Ruiz, quien procesará las candidaturas a las diputaciones
federales para el año entrante, y aunado a ello, el activismo que mostrará
Robles Montoya para reponerse de la pérdida de la presidencia estatal del sol
azteca y lo que se acumule si el PRD no es capaz de influir en la conducción
pública de lo que resta de la administración de Gabino Cué, que ha sido un
fiasco en muchos sentidos y si no es capaz de revertir la percepción ciudadana
sobre su responsabilidad política en la desaparición de los 43 normalistas de
Ayotzinapa, Guerrero. Si el PRD oaxaqueño no pasa la prueba, terminará como el
quesillo en la mesa de los convivios: una botana que será devorada por algunos
y despreciada por otros.